martes, 8 de diciembre de 2015

Mi último adiós

Hace ya siete meses que te fuiste, y yo todavía no lo asimilo. Cada día miro hacia tu puerta, esperando encontrla abierta, pero no es así. Se me hace raro no cenar y tenerte a mi izquierda comentando la televisión. No me acostumbro a no poner cinco cubiertos en la mesa los domingos, ni a no verte sentada en el sillón.  

Hoy es el primer santo que no pasas con nosotros y no puedo hacer otra cosa que extrañar aquello que se que nunca más va a pasar. Son quizás en esas pequeñas tradiciones donde más nos damos cuenta de tu ausencia. Una ausencia que se que con el paso de los años va a ser menos dolorosa, pero que se notará en los momentos más importantes de nuestras vida. Una ausencia del presente y del futuro en la que solo nos quedan los recuerdos, las anécdotas y los momentos vividos. 

Posiblemente no hayas ganado el premio a la mejor abuela del año y quizás nunca estuviste nominada, pero eso no quita que en una parte de tu duro corazón no hubiese amor hacia tus familiares y seres queridos. De ti me quedo con la sinceridad, en ocasiones desmedida pero franca y directa, con tu pelirrojo canoso, tu risa exagerada, las orejas adornadas y tu piel infinitamente pecosa. 

Me despido de ti tranquila, sabiendo que velarás por nosotros.
Te quiero yaya. 



A.


No hay comentarios:

Publicar un comentario