martes, 8 de diciembre de 2015

Mi último adiós

Hace ya siete meses que te fuiste, y yo todavía no lo asimilo. Cada día miro hacia tu puerta, esperando encontrla abierta, pero no es así. Se me hace raro no cenar y tenerte a mi izquierda comentando la televisión. No me acostumbro a no poner cinco cubiertos en la mesa los domingos, ni a no verte sentada en el sillón.  

Hoy es el primer santo que no pasas con nosotros y no puedo hacer otra cosa que extrañar aquello que se que nunca más va a pasar. Son quizás en esas pequeñas tradiciones donde más nos damos cuenta de tu ausencia. Una ausencia que se que con el paso de los años va a ser menos dolorosa, pero que se notará en los momentos más importantes de nuestras vida. Una ausencia del presente y del futuro en la que solo nos quedan los recuerdos, las anécdotas y los momentos vividos. 

Posiblemente no hayas ganado el premio a la mejor abuela del año y quizás nunca estuviste nominada, pero eso no quita que en una parte de tu duro corazón no hubiese amor hacia tus familiares y seres queridos. De ti me quedo con la sinceridad, en ocasiones desmedida pero franca y directa, con tu pelirrojo canoso, tu risa exagerada, las orejas adornadas y tu piel infinitamente pecosa. 

Me despido de ti tranquila, sabiendo que velarás por nosotros.
Te quiero yaya. 



A.


jueves, 12 de febrero de 2015

Mujer, puedes hacerlo, pero la sociedad no te dejará.

Desde el inicio de los tiempos, la mujer ha vivido sumisa a un hombre, a una familia, a unos hijos siempre siendo la actriz secundaria de su propia vida. Una vida sin decisiones arriesgadas, sin cambios y mirando con desdicha aquellas que eran más "echadas para adelante" que lucharon por cambiar su destino y el del resto de mujeres. Gracias a aquellas que lucharon, que soportaron las criticas, palizas, vejaciones o incluso dieron su vida por defender lo que ellas creían, por lo que ellas defendían, gracias a ellas hoy podemos estudiar en la universidad, trabajar fuera de casa e incluso independizarse sin necesidad de casarse o tener pareja. Gracias a esas valientes, una mujer puede tomar la pastilla anticonceptiva, abortar o ser madre soltera sin miedo al qué dirán. Gracias a esa lucha una mujer tiene derecho a la baja por maternidad. Gracias a todas ellas la sociedad ha ido cambiando, evolucionando hasta llegar a una pseudo igualdad.

Y lo llamo pseudo igualdad porque pese a todo, hoy en día la mujer sigue cobrando menos por realizar el mismo trabajo, además las mujeres ocupan menos puestos directivos. No solo eso si no que muchas mujeres son rechazadas en algunos puestos solo por el simple hecho de ser mujeres pese a estar igual o mejor preparadas que ellos. Es una injusticia que en pleno siglo XXI haya puestos de trabajos en los que nunca ha trabajado una mujer. Acaso ¿alguien ha visto alguna fisioterapeuta  mujer saliendo al campo para atender a un jugador de primera división en la liga española? Sin embargo si nos paseamos por  cualquier  universidad en la que se imparta la carrera de fisioterapeuta podremos comprobar que efectivamente, hay mujeres y no 2 o 3. Acaso ¿esas mujeres que estudian codo con codo con sus compañeros están menos preparada para atender a Piqué, Ramos o Koke ? No existe ninguna razón de peso para que una mujer no realice esta función. Posiblemente muchos mentes cerradas, machistas crean que el contacto físico entre hombre y mujer debe solo llevar al sexo. Quizás la solución llegue el día en el que la sociedad entienda que una mujer con falda no va provocando al resto de hombres o que una mujer con escote no pretende calentar al personal. Solo cuando hombres y mujeres entiendan esto, verán que una mujer que se prepara 4 años de carrera más alguno que otro máster o cursillo  para especializarse no busca acostarse con un paciente, no busca quitarle la contractura para llevárselo a la cama. Busca hacer su trabajo de la manera más eficaz y eficiente tal y como lo haría en cualquier otra clínica de barrio o centro especializado, eso si cobrando menos del triple. 

Este es solo un caso de los miles que existen en la actualidad, y para no ser hipócrita también se debe mirar la otra cara de la moneda y saber que algunos hombres no ocupan algunos lugares de trabajo precisamente por lo mismo que no lo hacen las mujeres en otras profesiones. Y es por eso por lo que hay que luchar. De nada sirve el extremista y radical, ahora debemos luchar por una igualdad real, sin tapujos, sin rencor y sin pretensiones. Buscando un objetivo común, luchando por una sociedad igualitaria en la que hombres y mujeres tengan las mismas posibilidades reales para llegar a ser lo que quieran ser.  Esta lucha nos incluye a todos, hombres y mujeres de ahora y de antes, jóvenes y mayores para cambiar mentalidades, costumbres y pensamientos que nos tienen anclados en el pasado y que no nos dejan seguir, evolucionar y mejorar la sociedad. 




A. 






sábado, 1 de noviembre de 2014

La injusticia de la muerte

Lo niños no deberían morir, no deberían luchar por vivir. Los niños no deberían saber que es la muerte, que representa, que significa, que se siente. Los niños no deberían enfermar. No debería haber niños en los hospitales. No deberían existir los cánceres ni los tumores en los niños. Ningún padre debería enterrar a su hijo y ninguna abuela debería llorar la muerte de un nieto. 

A todos nos duelen las pérdidas, independientemente de la edad que tengan, pero si estas son a una edad temprana, a mi personalmente me da el doble de rabia.  Es es terriblemente injusto ver como se van personas a las que les quedan tantas cosas por vivir. Ver como niños con tanta vida por delante se van o ver como jóvenes en plena flor de la vida se marchan. Es muy doloroso ver como la vida termina sin que puedas hacer nada. En la muerte no hay distinción de clases, de sexo, de, de raza ni tampoco de edad. 

Todo sería más sencillo si la vida fuese un contrato, donde en alguna cláusula se manifestase que todo aquel que nace tendría derecho a disfrutar de X años de vida asegurada. Pero lamentablemente nada ni nadie nos garantiza cuanto tiempo estaremos en este mundo. Y pese a que estamos rodeados diariamente de muertes, somos inmunes al dolor hasta que nos toca una de cerca. Y es ahí cuando aflora la rabia de ver como alguien de nuestro alrededor se marcha antes de la cuenta, antes de que se pueda decir que era "ley de vida".




A.

lunes, 22 de septiembre de 2014

¿Qué define a una persona como adulta? Ya se que ante esta pregunta muchos diréis: "cuando cumples 18 años". Yo no estoy para nada de acuerdo con esa afirmación. La edad no es para mi ni mucho menos uno de los requisitos que has de tener para ser adulto. Por esa misma razón los ciudadanos Estadounidenses son adultos tres años más tarde que en España. 

Otra posición es creer que uno se hace adulto cuando paga facturas como la hipoteca, el coche, o incluso los gastos de sus hijos. Pero teniendo en cuenta que cada vez los jóvenes abandonan más tarde el hogar familiar, hemos pasado de ser adultos a los 18 para serlo a los casi 30.

La ultima opción que nos queda es el trabajo. Parece que aquel que tiene trabajo es lo suficientemente responsable como para ser adulto. No obstante y teniendo en cuenta la crisis que actualmente hay, no sería lícito tachar a los parados que buscan faena de adultos. 

¿Qué nos queda si descartamos estas tres opciones? Pese a que llevo semanas dandole vueltas al asunto y a que me han dicho que la edad del pavo, en los últimos años se ha alargado hasta los 26... Parece que nos de miedo tener una rutina de trabajo, que eso nos quite de a diversión de la vida, de salir o de levantarnos a la hora de comer. Creo que actualmente y gracias a los ni-ni y a la comodidad que dan los padres, nos hemos negado a hacernos adultos. 

Pese a todo creo que teniendo 23 años, como los que yo tengo y teniendo en cuenta que he descartado la idea de la mayoría de edad y no pago ni hipoteca, coche y no tengo hijos y además tengo un trabajo de 8 horas semanales ¿ qué me hace o no me hace adulta?

Para mi una persona adulta es aquella que, lo diré claro: no se aprovecha de sus padres, intenta ser autosuficiente y prosperar en la vida sin nigua tipo de ayuda. 



A.


miércoles, 4 de junio de 2014

Cuando los sueños se rompen

Es difícil conseguir un sueño, pero más difícil es renunciar a él una vez has conseguido llegar. Darte cuenta de que  nada de lo que habías imaginado está pasando y  sentir  que todo va en contra, que nadas a contracorriente, agota. En ocasiones una se cree que se va a comer el mundo, que todo será fantástico pero cuando eso no ocurre, el mundo te acaba comiendo hasta que acabas casi desapareciendo de él. El positivismo barato no existe, las energías se agotan y el apoyo ajeno no vale para poder ver la luz. Todo se convierte en un inmenso oasis en medio del desierto en el que tu caminas desorientado moribundo y sin agua. 

Empecé periodismo muy ilusionada, después de cuatro años, un ciclo y dos selectividades conseguí entrar en la pública. "Guauu", pensé por fin he conseguido una de mis metas. Es cierto que nadie me dijo que sería fácil, pero ver como el castillo de naipes que mentalmente has ido construyendo se va desmoronando carta a carta duele. Duele hasta el punto de plantarse salir del castillo antes de que se caiga encima.  No me duele tanto renunciar a un sueño como el mero hecho de abandonarlo, me duele más el no tener otro sueño, el no tener ninguna otra opción que me haga feliz. Es triste ver como no eres feliz con aquello que creía que lo serías eternamente. 

Es cierto que muchos en primero de carrera lo dejan. " La carrera no es lo que pensaba", dicen algunos, otros sin embargo cambian de dirección y eligen otra carrera. En mi caso el camino es sin salida. Nunca me planté otra alternativa, otra opción y menos una vez ya estaba dentro.  En mi caso no es ni mucho menos porque la carrera no me guste, ni por asomo creí que periodismo sería otra cosa. Es totalmente lo contrario, si dejo periodismo es por la falta de recursos, por la imposibilidad de poder pagar los casi 3000€ que vale la matricula. Si renuncio a mi sueño es precisamente por no tener que alargar la mano y pedir dinero. Será por mi orgullo o por cómo me criaron, pero lo siento, antes bajo la cabeza y renuncio antes que hipotecar a los míos. 






A. 



viernes, 16 de mayo de 2014

Cambios en los que no todos cambiamos

Es cierto que la vida evoluciona y que cada año que pasa vamos evolucionando y madurando. Lo que nos gustaba con 15 años puede parecernos estúpido con 20 y lo que dijimos que nunca haríamos a los 12 puede que sea nuestra rutina a los 26. Es cierto que nunca se puede decir nunca y es precisamente por los cambios. Nuestra mentalidad avanza al igual que nuestros gustos e intereses.  Conoces a gente nueva, aprendes nuevos conocimientos, tienes más experiencia y todo al fin y al cabo, de manera inconsciente se va posando en tu mente a modo de sedimento creando así, una nueva ideología.  Es cierto que hay cosas que nunca cambian, que permanecen inmóviles con el paso de los años, pero en cambio otras se ven modificadas. Hasta aquí no hay ningún problema, pero ¿qué hay que hacer cuando al parecer, tus gustos están experimentando una metamorfosis pero el de tu entorno no? ¿Cuando tu interior te arrastra a cosas nuevas pero tu mundo se resiste a cambiar? Esa sensación en la que quieres trepar la vaya y salir de la rutina, escapar hacia un nuevo mundo sin explorar, pero ves como antes de saltar te estiran de las piernas para evitar que saltes. En otros casos pese a que no te estiran, la añoranza de aquello que en el pasado te gustó te impide saltar. 

Los cambios cuestan y más si lo actual no es malo, pero en ocasiones hay que ser valiente, salirse del corral y hacer realidad esa necesidad de cambio que sientes por dentro. Puede que esos cambios no traigan con ellos la felicidad instantánea de tu entorno, pero mientras conlleve la tuya propia, el cambio, no será en vano. 




A. 

jueves, 30 de enero de 2014

La piedra con la que tropiezo

Dicen que el ser humano es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra,  si eso es cierto, en mi caso debo ser una especie humana superior puesto que no tropiezo dos ni tres veces en la misma piedra si no que me he aferrado a esa roca como si fuese lo último que me queda en esta vida. 
He pecado tantas veces, que por repetición he seguido el mismo patrón,la misa conducta. Nada de esto sería importante si yo fuese la única dañada en este asunto. El problema reside cuando ese tropiezo afecta a otras personas y tus actos tienen consecuencias negativas en los demás ¿ Qué hacer cuando tu yo quiere cambiar la situación, quiere que todo sea diferente pero la antigua yo sigue sacando a flote esas malas costumbres? ¿Cómo poder controlar los instintos de siempre tropezar? ¿A caso no se puede y es imposible cambiar la conducta humana? 

Yo lucho contra mi demonio, aquel que me impulsa a cagarla, a hacer mal las cosas para que poco a poco se suavice, se relaje y deje que las cosas fluyan, de igual manera que fluyen mis palabras al escribir. Lucho para dar pasos al frente, firmes, seguro y con determinación para luego no volver atrás, no caminar como los cangrejos, avanzar y por fin vencer a la roca, sobrepasarla y ver que he sido capaz de chutarla y apartarla de mi camino de una vez por todas. Poder mirar al frente y decir, ya no existe tal problema. 





A.