sábado, 1 de noviembre de 2014

La injusticia de la muerte

Lo niños no deberían morir, no deberían luchar por vivir. Los niños no deberían saber que es la muerte, que representa, que significa, que se siente. Los niños no deberían enfermar. No debería haber niños en los hospitales. No deberían existir los cánceres ni los tumores en los niños. Ningún padre debería enterrar a su hijo y ninguna abuela debería llorar la muerte de un nieto. 

A todos nos duelen las pérdidas, independientemente de la edad que tengan, pero si estas son a una edad temprana, a mi personalmente me da el doble de rabia.  Es es terriblemente injusto ver como se van personas a las que les quedan tantas cosas por vivir. Ver como niños con tanta vida por delante se van o ver como jóvenes en plena flor de la vida se marchan. Es muy doloroso ver como la vida termina sin que puedas hacer nada. En la muerte no hay distinción de clases, de sexo, de, de raza ni tampoco de edad. 

Todo sería más sencillo si la vida fuese un contrato, donde en alguna cláusula se manifestase que todo aquel que nace tendría derecho a disfrutar de X años de vida asegurada. Pero lamentablemente nada ni nadie nos garantiza cuanto tiempo estaremos en este mundo. Y pese a que estamos rodeados diariamente de muertes, somos inmunes al dolor hasta que nos toca una de cerca. Y es ahí cuando aflora la rabia de ver como alguien de nuestro alrededor se marcha antes de la cuenta, antes de que se pueda decir que era "ley de vida".




A.